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  • Mica

¿Y esta “ofrenda”?

Shmini > Levítico 9:1-11:47


A la manera de D’s o a la manera de mi corazón, esa es la cuestión...


La parashá de esta semana comienza relatándonos el octavo día de la celebración de la inauguración del tabernáculo de reunión. La Torá nos cuenta que la Gloria de D’s fue revelada ante todo el pueblo de Israel (9:23), y que, desde el cielo, descendió un fuego divino que consumió la ofrenda del altar. Finalmente, la Presencia Divina había venido a morar con sus hijos.


En medio de esta celebración, del éxtasis espiritual que el pueblo estaba experimentando, sucede un hecho trágico: Nadav y Avihú ofrecen a D’s una ofrenda extraña, y, como consecuencia, mueren consumidos por las llamas divinas.


Ante este doloroso hecho, surgen muchas preguntas: ¿Qué fue aquello que los hijos de Aharón hicieron para merecer tal castigo? ¿Qué los motivó a realizar tal acto?


Las explicaciones de este acontecimiento son diversas. Los sabios han dado diferentes y variadas interpretaciones, sin embargo, la mayoría de ellos concuerdan en algo: indudablemente, Nadav y Avihú cometieron un pecado delante de D’s.


Entre todas las explicaciones acerca de la naturaleza del acto pecaminoso de los hijos de Aharón, queremos referirnos a aquella que habla acerca de que la muerte de Nadav y Avihú fue consecuencia de una ofrenda no requerida, un sacrificio no autorizado.


La desobediencia ha sido uno de los mayores males que el ser humano ha cultivado en su corazón. Ser entendidos de la voluntad de D’s y llevarla a cabo no es algo que nuestro corazón desee de buen ánimo hacer a la primera. Cuando D’s demanda algo de nosotros, lo hace de verdad y es claro en todos sus términos. Nuestra tarea como hijos de D’s es buscar incansablemente obedecer en todo tiempo aquello que nos ha sido encomendado.


Nadav Avihú no eran personas comunes, no eran personas que vivían alejadas de las cosas sagradas, eran los hijos del Sumo Sacerdote del pueblo israelita. Ellos conocían muy bien todos los pasos y exigencias de las ofrendas, habían sido enseñados en el oficio del sacerdocio para poder darle a D’s todas las ofrendas del pueblo. Pero aun sabiendo aquello, les fue más fácil ceder ante el pecado.


Muchas veces nos sucede así. Sabemos qué es lo que D’s demanda de nosotros, pero nuestro corazón se ciega ante la voluntad divina y pretende arreglárselas por sí solo. Luego, los resultados de nuestros actos evidencian cuánto no hemos alejados de D’s.

Que D’s nos ayuda a caminar en sus pasos y nos fortalezca para obedecer su Palabra.

 

*Para continuar profundizando en otros aspectos importantes de esta porción y ser parte del debate, te invitamos a nuestra clase de estudio semanal (Pardes) los lunes a las 20:00 h en nuestra comunidad.

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