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Mica

¿Como puedo llegar a la Tierra Prometida?

Shelaj > Badmidbar 13:1 - 15:41 


¿Alguna vez te preguntaste cuál es, simbólicamente, nuestra Tierra Prometida? ¿Si existe ese lugar, del que fluye leche y miel, que D’’s desea que conquistes? Todo derecho conlleva una obligación igual de grande. En esta nota estudiaremos algunos aspectos importantes de esa responsabilidad. 


La porción de esta semana es una de mis porciones preferidas, leemos acerca de la orden que dio D’’s a Moshé, previo a su conquista, de enviar (shelaj en hebreo) espías a la Tierra Prometida. En otra ocasión,  estudiábamos en detalle cuál había sido el error de los espías que los llevó a una sentencia final trágica e irrevocable: esa generación no entró a la Tierra de  Israel, por decreto Divino. 


Pero en esta oportunidad, moveremos el visor y nos enfocaremos en el rol del pueblo en esta historia. Ya sabemos que los espías tienen cierta responsabilidad por emitir una opinión que no les correspondía. Pero, del mismo modo, el pueblo fue responsable por aceptar una visión negativa, ignorar a Caleb y Iehoshúa (los únicos espías que les presentaban una visión diferente a la del resto), y demostrar que carecían de la Fe suficiente en D’’s a pesar de haber contado con su promesa de que sí conquistarían aquella tierra. 


Pero ahora, poniéndonos un poco en el lugar del resto de las personas allí presentes, la cuestión no estaba nada sencilla teniendo en cuenta que los espías eran líderes respetados y que por lo tanto eran también muy elevados espiritualmente. ¿Qué podía hacer el pueblo entonces? Parece ser que al menos la duda era un permitido totalmente aceptable. Sin embargo, el Rebe, nos ayuda a mirar un poco más allá de esta tensa escena dándonos un análisis bastante particular de todo, que nos puede ayudar en nuestros propios dilemas: 

La generación del Éxodo no trabajó lo suficiente como para aprender de los milagros Divinos que presenciaron. Por lo tanto quedaron sujetos a su “mentalidad de esclavos”, en la presunción de que la realidad es esclava de las leyes de la naturaleza, y que D-os es contrario o incapaz de suprimirlas cuando Él quiera. 

Quizás la verdadera razón por la cual el pueblo no pudo enfocarse en el reporte positivo de Caleb y Iehoshúa, pero si en el de los otros diez espías, fue porque aun vivían con esa “mentalidad de esclavos”, quizás aunque D’’s los había liberado ellos no podían aceptar su verdadera condición de libres y continuaban encerrados en la tragedia y la esclavitud (interiormente), y aunque D’’s les permitía experimentar su misericordia día tras día a través de los distintos milagros, ellos no podían mover su visor hacia su nueva y maravillosa condición de libertad. 


No trabajaron lo suficiente para comprender los milagros que presenciaron, comienza diciendo el Rebe, y es que para llegar al potencial con que D’’s nos creó, para alcanzar las metas u objetivos que nos aguardan, para llegar a nuestra “Tierra Prometida” debemos, como una condición esencial, creer que es posible. Y para creer que es posible debemos trabajar en la Fe, a través de aquello que D’’s nos muestra día a día. Sin la reflexión constante, sin el estudio, sin dedicar el tiempo necesario para detenernos a escuchar la voz de D’’s nada de lo otro ocurrirá.  


Del mismo modo, nosotros debemos también, reconocer las implicancias de todos los milagros divinos que hemos presenciado, a lo largo de la historia judía y de nuestra vida personal. El trabajo en el alma es una condición necesaria, y es nuestra responsabilidad, para alcanzar nuestra misión divina. ¿Y cuál es esa misión? El Rebe nos enseña: 

[...] hacer del mundo un hogar para D-os. En mérito a esto, experimentaremos nuestro regreso milagroso a la Tierra Prometida, liderados por el Mesías en la Redención final. 

Como vimos en esta historia, los participes de este escenario eran muchos (y no solo los espías). Ellos tenían una responsabilidad pero ante sus dichos el pueblo también tenía otra. Dos voces surgieron: aquella que creía en lo que D’’s había prometido y aquella voz que dudaba, a pesar de todo lo que D’’s ya había hecho. ¿Si vos fueras parte de esta escena, dónde te ubicarías? ¿Te podrías reconocer entre quienes hicieron un trabajo profundo en su fe y en su espíritu o entre quienes seguían encerrados en Egipto?.


¡Claro que el camino es difícil y el miedo es siempre un compañero predispuesto! Por eso es bueno recordarnos una vez más lo que D’’s ya hizo, despertar la verdadera fe que nos ha dado y alentarnos a tomar parte de la responsabilidad que nos toca. Que el Señor nos ayude a alcanzar las mejores versiones de nosotros mismos y a convertir el lugar que nos toca ocupar en un lugar mejor, para su honra. 

¡Shavúa Tov!

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