Miketz > Bereshit 41:1 - 44:17
Jánuca y Miketz comparten mucho más de lo que podemos imaginar a primera vista, están, en esencia, atravesadas por conceptos tan importantes como la identidad, la conexión con D’’s y la trascendencia del mundo espiritual sobre lo material. Entonces ¿cómo podemos reflexionar sobre Miketz desde Jánuca?
Esta semana estuvimos estudiando Miketz, la porción de Torá que continúa contándonos sobre la vida de Iosef. Pero también estamos atravesando la Fiesta de las Luces, una festividad que posee características claves para recordar la identidad del pueblo judío, en palabras del Rabino Yoel Migdal: Cada festividad tiene su líquido distintivo…(para) Jánuca, es el aceite. La particularidad del aceite es que nunca se anula frente a otro líquidos. Jánuca es identidad.
Si leemos de cerca la historia de Iosef podremos ver que, a pesar de ser un “extraño en tierra ajena” D’’s lo prosperó allí, y también leemos en repetidas ocasiones que “D’’s estaba con él”, sin duda alguna Iosef se mantuvo conectado a Hashem durante su estadía en Egipto ¿no fue éste un verdadero milagro, no fue Iosef como el aceite de Jánuca?
Jánuca es la celebración por el milagro material de que las velas continuaran encendidas durante siete días más, pero es el recordatorio espiritual de que el mundo metafísico es real y por lo tanto D’’s y la espiritualidad deben ser el punto final de todos nuestros esfuerzos en el mundo físico. El milagro original de Jánuca sucedió, no solo en medio de una batalla de valores entre el mundo griego y judío, sino en medio de un enfrentamiento de valores, de distinción espiritual.
Iosef fue sacado de una cisterna vacía, una oscura y peligrosa cisterna para ser llevado finalmente a la cima del poder político de Egipto, a fin de cumplir los propósitos divinos. Tradicionalmente, se hace este tipo de resumen de la vida de Iosef como si de una línea ascendente se tratara. Algo de eso hay, pero si leemos verdaderamente de cerca podremos ver que Iosef fue sacado de una cisterna vacía para estar en otras cisternas vacías durante más de una década. Y no es tanto el cambio de su situación social o política lo que intriga, es decir aquello que podía verse desde afuera, sino las luchas que Iosef vivió esos años que estuvo en Egipto para mantener, a pesar de todo lo externo, su conexión verdadera con D’’s, la base de su identidad.
Podemos ver que Iosef declara el poder de D’’s sobre su vida y su accionar siempre que se enfrenta a una situación compleja, en esta ocasión al interpretar el sueño de faraón, y esta es la muestra de que él poseía una verdadera conciencia acerca de lo divino, una conciencia permanente de que D’’s estaba allí aun en sus momento más complejos. Quizás fue esta conciencia la que le permitió trascender y permanecer más allá de todo, pero más asombroso es saber que fue el medio en el que se encontraba el que aumentó su conexión con D’’s.
En palabras del Rabino Asher Resnick :
Janucá es el momento en que tenemos que recordarnos a nosotros mismos que si bien el mundo físico es insignificante como un fin en sí mismo, es increíblemente significativo como un medio para conectarnos con Dios y con el reino espiritual. La batalla de Januca, en términos del enfrentamiento entre los valores griegos y judíos, es tan relevante hoy como lo fue hace 2.000 años atrás. Por cierto no es coincidencia que Janucá tenga lugar cada año exactamente cuando los valores físicos del mundo occidental nos rodean con mayor prominencia.
Tal como el pueblo judío resultó victorioso tanto física como espiritualmente en el momento del milagro original de Janucá, esperemos que Dios nos ayude a continuar ganando en la actualidad las batallas espirituales para mantener la conexión con nuestra herencia y con los valores judíos, y a poder transmitirlos a las futuras generaciones.
¡Que D’’s nos ayude a mantener la luz de nuestra identidad encendida por todos los años que estemos en esta tierra para no desconectarnos nunca de Él!