Akiva-prender es un espacio de estudio de nuestra comunidad en donde profundizamos sobre algunos aspectos puntuales de la vida y el pensamiento judío. El pasado sábado 15 de diciembre, concluimos con la clase mensual del ciclo “Rezar como judío”. Estudiamos el origen, la estructura y la importancia del Avinu (Padre Nuestro) como plegaria judía.
Por Leonardo
El Avinu (Padrenuestro), también llamado HaTefilat HaAdón (la oración del Señor), es el rezo que Rabboni Yeshúa HaMashíaj nos enseñó. En la tradición antigua de los discípulos del Ungido de Nazaret encontramos tres versiones igualmente válidas. La más antigua la encontramos en el Didajé 8:2-3, en donde además se nos informa que los primeros discípulos la recitaban tres veces al día. Las demás versiones se hallan en los Evangelios (Mateo 6:9-13 y Lucas 11:1-4), siendo la de Lucas la más breve. Algunas traducciones incluyen una doxología final a la de Mateo, convirtiéndola a esta en la versión más extensa de la oración del Señor.
A lo largo de los Evangelios vemos que Yeshúa era muy disciplinado en su vida de oración, de tal manera que el relato de Lucas 11 inicia con un discípulo pidiéndole que les enseñe a orar luego de haberlo visto ocupado en la tefiláh. A simple vista uno pensaría que ellos no saben hacerlo, y por eso Le hacen tal petición. Sin embargo, debemos recordar que para el primer siglo de la era común los judíos estaban acostumbrados a recitar diferentes bendiciones y rezos. ¿Por qué, entonces, los discípulos quieren que Adonenu Yeshúa les enseñe a hacer tefilá? Pues para ello debemos considerar que el deber de todo rabino es el de enseñarle a sus discípulos cómo cumplir los preceptos de la fe. Siendo, pues, que el precepto de la tefiláh es uno de los principios doctrinales básicos del judaísmo, comprendemos que la cuestión crucial detrás del pedido del discípulo (“enséñanos a orar”) gira en torno a la siguiente incógnita: ¿Qué constituye al cumplimiento requerido de la obligación religiosa de la oración? La respuesta del Rab (el rezo del Padrenuestro) viene, entonces, a presentar un modelo para Sus discípulos del mínimo aceptable para sus rezos.
En esa época era común que cada rabino tuviera sus propios rezos breves, los cuales a menudo eran enseñados a los discípulos. Iojanán HaMatvil (Juan el Bautista) había instruido a sus seguidores en sus propios rezos (Lucas 11:1); ahora el Nazareno hacía lo mismo con los suyos. A esto hay que agregar el hecho de que para ese tiempo ya existían ciertos rezos y fórmulas establecidos y difundidos entre el pueblo. El Shemá ya era la oración judía central, secundado por la Amidá (conocida en la época como “La Plegaria”). Incluso podemos compararlo con numerosos rezos antiguos comunes entre los círculos hasideos del primer siglo o con rezos actuales como el Avinu Malkenu de Rosh HaShaná y el Kadish. Al analizar el Avinu de Rabboni Yeshúa HaMashíaj, se encuentran elementos similares a todos estos rezos propios de la liturgia judía. Sin embargo, lo más probable es que esté inspirado en la Amidá, ya que en aquella época existían distintas versiones abreviadas. De hecho, son tantas las similitudes con la Shemoné Esré que posiblemente la oración del Señor sea una versión corta de la misma, elaborada por el Mesías para Sus discípulos.
Sin ahondar en los detalles que demuestran que el Padrenuestro es indiscutiblemente un rezo totalmente judío inspirado en la liturgia y fe judía del primer siglo, podemos proceder a otro análisis que nos instruya sobre cómo hacer tefiláh según nos enseñó nuestro Rab el Mesías. Al igual que la Amidá- y otros rezos de nuestra tradición- el Padrenuestro consta de una invocación seguida de tres secciones:
Adoración
Petición
Adoración/Agradecimiento.
A su vez es notable que las primeras tres peticiones están relacionadas a D’s y Su reino eterno y todosoberano, mientras que las últimas tres son peticiones personales que van desde lo más bajo y terrenal hasta lo más elevado y espiritual. Concluye la plegaria con una doxología final que no se halla en el llamado texto crítico del Nuevo Testamento, sin embargo el Didajé (que según la mayoría de los eruditos es una década anterior a los mismos Evangelios) la incluye. Dicha fórmula se basó en 1 Crónicas 29:11. La razón por la que esta alabanza final es adherida al Avinu tiene que ver con la mención del Maligno en la última petición. Los primeros discípulos consideraron inaceptable que la oración terminara con la mención del mal, y justificaron la inclusión de la alabanza a D’s como una manera de acentuar y reconocer la Soberanía de D’s (“Tuyo es el reino, y el poder y la gloria”) y Su eternidad (“para siempre”).
En suma, la Tefiláh de Adonenu Yeshúa HaNotzrí es una plegaria netamente judía inspirada en los principales rezos judíos y en la fe de la Torá. Sobre todo, cuando rezamos Avinu tres veces al día, reconocemos el reinado eterno de Hashem y Su soberana voluntad sobre nuestras vidas, al tiempo que expresa nuestras más profundas esperanzas mesiánicas. ¡Qué seamos hallados dignos de ver el regreso de nuestro Justo Mesías muy pronto y en nuestros días! Amén.
Targil
1. Tomá tu Biblia, una hoja en blanco y un lápiz. Lee Mateo 6:9-13 y completa los cuadros de abajo con tus propias palabras. El ejercicio consiste en ayudarte a enfocar en las ideas que cada oración del Padrenuestro te genera. Abajo adjuntamos ejemplo.
2. Ahora que has hecho este análisis, escribe una plegaria a D’s. Sigue el modelo del cuadro y las ideas que anotaste para poner por escrito todo lo que querés decirle a D’s en oración. Cuando hayas terminado de escribir tu plegaria, busca un momento y un lugar tranquilo y léesela como la oración que es. Si querés, luego podes comentarnos tu experiencia
Excelente clase! Teórica-práctica. Para seguir elaborando y creciendo. Gracias Leo por tanta claridad.