Vaiejí > Bereshit 47:28 - 50:26
El mérito de Efraím y Menashé en la tierra de Egipto.
En esta porción de estudio semanal se narran los últimos momentos de nuestro patriarca Iaakov. Podemos leer, en claves bastantes complejas, todas las bendiciones que Israel le da a sus hijos, pero en primer lugar nos encontramos con las bendiciones que les da a Efraím y Menashé, los hijos de Iosef. Esta situación es bastante particular y nos revela grande enseñanzas. Aunque Efraím y Menashé no son continuamente nombrados ni la Torá nos cuenta demasiado sobre ellos no son por esto personalidades menores, a través de las reflexiones del Rebe podremos descubrir un poco más acerca de ellos.
El primer cuestionamiento que puede surgirnos al leer esta porción es ¿por qué la Torá nos revela la bendición que Iaakov da a los hijos de Iosef en el mismo texto que se describe el resto de las bendiciones, como si de sus propios hijos se tratara? La serie de bendiciones a cada una de las tribus de Israel comienza con una particular y hermosa bendición a los hijos de Iosef, y es que si leemos de forma atenta podremos notar que el mismo Iaakov declara a Efraím y Menashé como sus propios hijos:
Ahora, tus dos hijos Efraim y Menashe, que nacieron en Egipto antes de que yo viniese hacia ti, a Egipto, serán considerados míos, tal como son míos Reuvén y Shimón. (Bereshit 48:5).
Luego, podremos notar que la Torá expresa Bendijo a Iosef diciendo (Bereshit 48:15), justo antes de que Iaakov bendiga a Efraím y Menashé, que se explica de la siguiente manera:
(Esto es así) Pues la mayor bendición que un padre puede recibir es que sus hijos sigan en su misma senda y sean hombres de bien. De modo que la bendición de Iaacov a los dos hijos de Iosef es la mejor bendición que Iosef pudo haber recibido (Torá Emet).
El segundo cuestionamiento que nos hacemos es ¿por qué razón Efraím y Menashé tienen una parte en estas series de bendiciones que Iaakov hace a sus hijos? Según un comentario de la Torá Emet, el mérito de Efraim y Menashé fue que se mantuvieron firmes y leales a Hashem y Sus preceptos, y es meritorio porque fueron los primeros hebreos que nacieron y se criaron en la diáspora. Tan grande fue el mérito de esta constancia espiritual, a pesar del ambiente poco propicio, que fueron tomados como modelo de bendiciones futuras (Bereshit 48:20).
Finalmente, podremos preguntarnos ¿por qué razón Iaakov le da la bendición del primogénito al menor, a Efraím?
Dijo Iosef a su padre: “Así no, mi padre, puesto que éste es el mayor, pon tu derecha sobre
su cabeza”. Pero su padre se rehusó diciendo: “¡Lo sé, hijo mío, lo sé!; también él devendrá en pueblo y también él será grande, sin embargo su hermano menor será más grande que él [...](Bereshit 48:18 - 19)
El Rebe nos explica que Menashé representa la obligación de protegernos de las influencias negativas de lo que nos rodea. Efraím, en cambio, la de influir en nuestro entorno y de redimirnos de nuestro exilio, a nosotros y al mundo. Al tener esto en mente es lógico que Iosef diera primero a su hijo Menashé (antes de influir sobre el mundo es necesario estar protegido), sin embargo Iaakov se centró sobre el propósito de cualquier exilio: no se trata solamente de sobrevivir espiritualmente sino de crecer espiritualmente, crecimiento que es consecuencia de un enfrentamiento exitoso con ese exilio. Por esta razón Iaakov le dio precedencia a Efraím. El Rebe continúa explicando:
Lo mismo es aplicable en nuestro exilio: a pesar de que -tal como Manasés es el primogénito- asegurar nuestra identidad judía es el primer paso, nuestro propósito principal es ser un Efraín, influenciar positivamente al mundo que nos rodea.(1)
(1) Likutei Sijot, vol. 15, págs. 432-434, vol. 5, págs. 459 ff. Ver Rashi en 25:26 arriba. Ver Likutei Sijot, vol. 20, págs. 241, 242.
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