Behalotjá > Números 8:1-12:16
Aquel que tiene cien, desea doscientos (Kohélet Rabá 1:34).
La parashá de esta semana, parashat behalotjá (‘cuando hagas subir’) nos narra, entre otros acontecimientos, una nueva queja que algunos del pueblo de Israel presentaron ante Moshé:
“El pueblo empezó a quejarse… La multitud mezclada que había entre ellos desearon deseo y los hijos de Israel lloraron una vez más, diciendo: ‘¿Quién nos dará de comer carne? Recordamos el pescado gratis que comimos en Egipto y los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajo, pero ahora nuestra vida está reseca, no hay nada; no tenemos nada por delante salvo el maná… ¿Por qué salimos de Egipto?
La inconformidad del corazón humano muchas veces no conoce sus límites. Nuestros corazones parecen no llenarse nunca con nada. Siempre quieren más. Siempre hay algo más para desear.
Este fue el gran error de los hijos de Israel en el desierto: no desear lo que se carece y necesita, sino anhelar aquello que el capricho engendró.
Hashem había provisto a su pueblo para que fueran suplidas todas sus necesidades. El milagro del maná daba a los israelitas el sustento que precisaban. Sin embargo, su corazones no pudieron ver la mano divina de Hashem y desearon por desear.
Muchas veces nuestros corazones funcionan igual. Nuestros deseos nos impulsan a anhelar aquello que no necesitamos, nuestro corazón nos hace perder el foco de aquel de debería ser nuestro único deseo real: Hashem. La fuente de todo es D”s, si deseamos la fuente, beberemos sus aguas y seremos satisfechos por siempre. Como dijo Yeshúa, el que bebe de su agua de vida, no tendrá sed nunca más.
Que D”s nos ayude a desearle y a poner nuestro deseo solo en su presencia.
Para continuar profundizando en otros aspectos importantes de esta porción y ser parte del debate, te invitamos a nuestra clase de estudio semanal (Pardes) los lunes a las 20:00 h en nuestra comunidad.
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