Orando el Salmo 91
El libro de los Salmos fue inspirado por Adonay para que tengamos a nuestra disposición tanto un libro de oración como de adoración. Los Salmos nos instruyen en el servicio a Hashem, y a través de las plegarias y alabanzas de los salmistas nosotros aprendemos a rezar y a cantar a Dios. Tanto es así, que cuando nuestros antepasados volvieron del Cautiverio en Babel, Ezra Ha’Sofér (el escriba Esdras) y los miembros de la Magna Asamblea, valiéndose del Séfer Tehilím (el Salterio o Libro de los Salmos), comenzaron a forjar el contenido de los rezos que hoy nos resultan tan familiares porque los hallamos en el Sidúr. Básicamente, nuestros servicios litúrgicos consisten principalmente en recitar los Salmos. El rol que tuvo el Salterio para nuestra liturgia, nuestros rezos comunitarios y nuestras plegarias individuales ha sido tan notable que el erudito en Tanaj, Gordon Wenham declaró que “los salmos fueron diseñados para ser orados.” Hashem, pues, nos dio esta magnífica colección de cánticos y plegarias para que podamos dirigirnos a Él en nuestro servicio y hallar palabras cuando no sabemos cómo expresarnos.
Ahora bien, los Tehilím no son únicamente para recitarlos palabra por palabra. También son la fuente de inspiración para nuestras propias oraciones. Algunos acostumbran citar un versículo de un Salmo en medio de sus oraciones. Esa es una muy buena idea y una linda costumbre. Sin embargo, quiero ir más allá de la recitación literal, hacia el sentido de las palabras que leemos. La idea que propongo aquí es la de personalizar el Salmo que estemos leyendo y dejar que la misma Palabra inspirada de Dios sea la que suscite en nosotros las palabras para nuestra tefiláh. Como bien lo explica Donald S. Whitney en su libro Orando la Biblia:
Básicamente, lo que tú haces es tomar las palabras que se originaron en el corazón y la mente de Dios, y las haces circular a través de tu corazón y tu mente de regreso a Dios. De este modo, Sus palabras vienen a ser las alas para tus oraciones.
Este método nos es especialmente útil cuando nuestros tiempos de oración parecen ser un tiempo propenso a la distracción y el aburrimiento, en lugar de ser una oportunidad para deleitarnos en la Presencia de Hashem.
Pero mejor veamos un ejemplo práctico. Para esta época en la que muchos temen por sus vidas a causa de la pandemia, o pierden la calma y la paciencia en medio de la cuarentena, un Salmo se levanta valientemente como un himno entonado para alentar a los que batallamos con el pánico y el desánimo. El Salmo 91. Es un cántico que nos anima en los momentos de mayor peligro llevando nuestros pensamientos a lo que en verdad es importante: Adonay. Él es el Soberano que reina sobre todo el universo y dirige todas las cosas. Él es el Todopoderoso y nuestro único guardián invencible, en quien hallamos la salvación y la protección. Adonay es el único infalible y la fuente de nuestra paz. Por lo tanto, este Salmo nos exhorta a contemplar al Señor y a deleitarnos en todas Sus perfecciones (los atributos Divinos a los que alude el Salmo) para confiar en Él y descansar en Él en base a Su carácter, a quién es Dios. En pocas palabras, el Salmo 91 es una inspiración para buscar refugio ante la Presencia Divina.
A continuación, les dejo una versión personalizada de este hermoso Salmo a la luz de lo que nos enseña y aplicándolo a lo que estamos viviendo en el mundo.
Jésed Ve’Shalom.
SALMO 91
1 Tú, que habitas en el retiro del Altísimo, que moras bajo la sombra del Omnipotente. 2 Yo te digo del Señor; “Refugio mío, y Fortaleza mía, mi Dios, en Quien confío.” 3 Pues Él te librará del lazo de la ansiedad, de la peste perniciosa. 4 Con Sus alas te cubrirá, y debajo de Sus alas te refugiarás; un barbijo protector es Su verdad. 5 No temerás del espanto nocturno, ni del desánimo que vuela de día, 6 ni de la pandemia que ronda en tinieblas, ni de la destrucción que asola al mediodía. 7 Aunque caigan en España mil, y diez mil en Italia, a ti no llegarán. 8 Basta con que mires con tus ojos y verás la recompensa de los inicuos. 9 Por cuanto (has dicho): “iTú, oh Señor, eres mi Cuarentena!”, y al Altísimo has puesto por tu casa; 10 No te sucederá mal alguno, ni el coronavirus se acercará a tu morada, 11 porque dará encargo a Sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos; 12 sobre las palmas (de sus manos) te llevarán, para que no tropiece tu pie con algún infectado. 13 A la tos y a la fiebre pisarás; hollarás al dolor de garganta y a la dificultad para respirar. 14 Por cuanto tiene puesto en Mí su amor, Yo también le libraré; le fortaleceré, por cuanto ha conocido Mi Nombre. 15 El clamará a Mí, Yo le responderé; con él estaré Yo en la angustia; le libraré, y le glorificaré. 16 De larga vida le saciaré, y le mostraré Mi salvación.
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